En
aquella oportunidad relataba también las gestiones realizadas por la
Comisión Honoraria del Sector Puerto para llevar adelante los trabajos,
cosa que conocía muy bien ya que entonces pertenecía a esa institución.
Hablaba también de la historia de esa enorme escultura según datos,
bastante fragmentarios que había recabado de diferentes fuentes, algunas
ciertas y otras totalmente equivocadas. Pero andando el tiempo y
transcurridos más de veinte años del hecho, hoy estoy en condiciones de
reescribir esa nota y corregir los no pocos errores que en ella se
deslizaron entonces.
Comencemos por el principio: En la década del 50, el primer gobierno de
Juan Perón había previsto la construcción de un Monumento al
Descamisado, que tendría enormes proporciones, más alto que la Estatua
de la Libertad que se levanta a la entrada del puerto de Nueva York,
tendría 162 metros de altura.
A él se
accedería por un gran salón circular, rodeado de 16 columnas, y en
cada una, un elemento que exaltaría algún hecho, conquista o símbolo del
gobierno justicialista. Entre ellas, habría una que representaría la
“Independencia Económica” que Perón había proclamado el 9 de julio de
1947 en la provincia de Tucumán. Esa estatua, de 5 metros de altura,
llevaría una rueda dentada simbolizando el comercio y la industria, una
cadena rota y un ancla, simbolizando la independencia y un pulpo a sus
pies representando la victoria sobre la inflación, además llevaba la
inscripción sobre la piedra donde aparece la figura sentada
“Independencia económica, Tucumán 9/7/1947”
Y bien,
esa es la estatua que, sin inscripción, está ahora en nuestro puerto.
Los
datos que fui recabando en los años transcurridos hasta ahora, se
completaron con los que me transmitió Daniel Noseda que está
escribiendo un libro que se publicará en Italia, sobre la vida y las
obras del escultor Leone Tommasi, ya desaparecido. El fue quién realizó
esa escultura, junto con otras que completarían el monumento y también
fue el autor de las estatuas que estaban sobre el edificio de la
Fundación Eva Perón, hoy Facultad de Ingeniería.
EN 1952
MUERE EVA PERÓN
El
monumento que había sido su sueño en vida, se convirtió en un homenaje a
ella, después de su muerte. En la base se diseñó una cripta donde Evita
descansaría en un sarcófago de plata que se encargó a un famoso platero
argentino que se ocupó de hacerlo.
Mientras
tanto, los trabajos de los marmoleros, a cargo del escultor León Tommasi
en Carrara (Italia) seguían su marcha, pero en 1955 se produjo la
revolución que derrocó al régimen peronista y se ordenó la inmediata
suspensión de las obras. Estas estarían emplazadas en el predio anexo al
Museo de Bellas Artes y cercano a la Facultad de Derecho en la capital,
que hoy ostenta la escultura de la flor que se abre y cierra
automáticamente.
Algunas
esculturas ya estaban concluidas y así se enviaron a la Argentina, junto
con otras sin terminar y algunos mármoles que ya habían sido pagados.
Con
ellos llegó nuestro pretendido “hombre de Mar” a Buenos Aires a fines
de la década del 50 y quedó archivado en un galpón de la aduana en Dock
Sur por más de veinticinco años.
EL
GIGANTE DESPIERTA
Mientras
tanto, en Mar del Plata, hacia 1965, un grupo de habitantes del puerto,
encabezados por Francisco De Rosa, entonces presidente de la
Comisión pro Monumento al Pescador, propuso la erección de un “Monumento al
Pescador”. Se juntaron fondos por suscripción entre los habitantes del
puerto y se contrató al escultor de la Boca, Roberto Capurro, para su
realización.
El
monumento al pescador llegó finalmente a Mar del Plata, pero las
autoridades del puerto no dieron el permiso necesario para su
emplazamiento cercano a la banquina. Finalmente, tras muchas
discusiones, las autoridades municipales decidieron, a iniciativa de
Martí Garro, que su ubicación fuera la rotonda donde arranca la
diagonal Alberdi. En realidad ese lugar, frente a la escollera de Punta
Iglesia, era el sitio donde se había iniciado la pesca en Mar del Plata.
Pero eso no conformó a los pescadores y autoridades de la Sociedad de
Fomento del Puerto que siguieron insistiendo para que se trasladara a un lugar en el puerto, cosa que
se conseguiría solo 25
años más tarde.
En 1989,
sabedora de este problema, la Capitanía de los puertos de Quequén y
Necochea (actual Capitanía del Puerto de Mar del Plata) y enterada de
que en un galpón del Servicio de Arquitectura, dependiente de la
Secretaría de Estado de Transporte y Obras Públicas, poseía una
escultura que aparentemente representaba a un “Hombre de Mar” resolvió
pedirla y ofrecérsela a los pescadores en reemplazo de su “Monumento al
Pescador”.
Esa
transacción se efectivizó en las actuaciones del expediente Nº
100.426/79 donde consta la orden de contabilidad Nº 5.607/80, de fecha
10 de octubre de 1980. en la cual se especifica que la Capitanía
adquirió por la suma de $ 200.000 una escultura alegórica al
“Hombre
de Mar”. Y aquí aparece por primera vez la calificación errónea de la
estatua con la cual llegaría a Mar del Plata. Pero el importe, que
entonces correspondía a unos 200 dólares y por supuesto solo cubría el
flete, no podía ser abonada por la Capitanía que no manejaba fondos y
solicitó que la cuenta fuera abonada por el Mercado Nacional de
Concentración Pesquera. Esto daría lugar, cuando se quiso emplazarla, a
un litigio entre ambas entidades a las que se sumó la de la Junta
Nacional Reguladora de Granos, en cuyo predio se había depositado la
escultura.
Ya
recibida la estatua en Mar del Plata y provisoriamente ubicada en el
playón que rodea los silos, con su embalaje de madera original, fue
ofrecida a la Comisión pro Monumento al Pescador. Pero ésta no la
aceptó, pretextando que lo que ellos querían era la estatua al Pescador
que se había emplazado en el centro y no aceptarían ninguna otra.
La
estatua proseguiría su sueño, esta vez en Mar del Plata, hasta 1984,
cuando la Comisión de Cultura del sector Puerto, que entonces presidía
Italo Martorela y donde yo actuaba como secretario, nos enteramos de su
existencia. Con Héctor Becerini, también integrante de la Comisión,
fuimos a verla y la descubrimos dentro de su embalaje, roto en parte, lo
que nos permitió una visión parcial de su contenido y ambos quedamos
impresionados por su belleza y por su tamaño. De inmediato nos pusimos a
trabajar para conseguir su emplazamiento. El diario LA NACIÓN en su
edición del 29 de diciembre de 1954, nos hizo una entrevista donde,
entre otras cosas, hablamos de la existencia de la estatua, de la que
entonces solo sabíamos que había sido encargada, junto con otras, en el
segundo gobierno de Perón.
A partir
de ese momento, la Comisión de Cultura me encargó que me ocupara
personalmente de gestionar su emplazamiento. Comencé a buscar
colaboradores y mi principal contacto fue con Marcelo Leyrós que era
entonces el Capitán de Puerto Mar del Plata. En nombre de la Capitanía
de Puerto, envió la nota Nº 214/84, solicitando a la Universidad
Nacional de Mar del Plata la designación de un representante para la
elaboración del proyecto para el emplazamiento de la escultura. La
Universidad designó a la arquitecta Graciela María Di Yorio y al
arquitecto Herman Clinckspoor, integrantes del Departamento de Obras de
la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, y a su vez del Consejo
Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS-UNESCO) quienes con fecha
19 de junio de 1984 presentaron en la sede de la Capitanía de Puerto un
proyecto que fue aprobado.
El
Presidente de la Comisión de cultura del Sector Puerto envió con fecha 1
de agosto de 1986 al Capitán de Puerto donde expresaba: “nuestro apoyo
al proyecto para emplazar la escultura alegórica al Hombre de Mar en la
plazoleta ubicada en la intersección de las calles Martínez de Hoz y la
continuación de 12 de Octubre. A través del señor Natalio Marengo,
integrante de esta Comisión, estamos al tanto de lo actuado hasta el
momento y él oficiará como nexo para poder brindarles nuestro apoyo”.-
Después
de dos años las largas y tediosas gestiones ante la Junta Reguladora de
Granos, el Mercado Nacional de Concentración Pesquera, la Capitanía de
puertos y las autoridades Municipales, se habían conseguido los permisos
que autorizaban la colocación de la estatua en el sitio indicado. La
única variante fue que la urbanización de la plazoleta, que proponían
los arquitectos en su proyecto original, debió simplificarse debido a
cuestiones de orden económico. Para el basamento, se encargó a la
escultora Jorgelina Galicer que se contactara con el profesor Ricardo
Gianetti, presidente de la Sociedad de Escultores de la Argentina, quién
hizo las correcciones necesarias y lo aprobó, agregándole un metro más
de altura.
La
Comisión de Cultura aceptó el ofrecimiento de un empresario marplatense
para solventar íntegramente la construcción del pedestal, también el
desembalaje, el transporte y el lavado a vapor de la estatua fue
realizado por empresas que donaron su trabajo, así como el estudio de
suelos y la supervisión general de la obra, destacándose que en todos
los casos, quedaba establecido, como condición permanente. el anonimato
de la totalidad de los donantes y colaboradores.
La
Delegación Puerto de la Municipalidad, realizó el parquizado de la
plazoleta y la inauguración oficial se llevó a cabo el 28 de febrero de
1987 con la asistencia de autoridades y disertando el Sr. Intendente,
Don Ángel Roig, el Capitán de Puerto Sr. Marcelo Raúl Leyros y quien
esto escribe en representación de la Comisión de Cultura Sector Puerto.
Años más
tarde se produciría el ensanchamiento de la avenida Martínez de Hoz,
afortunadamente esto ya estaba previsto y la estatua se había emplazado,
teniendo en cuenta la futura ampliación que reduciría en 18 metros uno
de los lados de la plazoleta.
No sería mala idea, después de más de medio siglo
de esculpida y 23 de emplazada, devolverle a esa estatua su verdadero
nombre y el de su autor: Monumento a la Independecia Económica
del escultor Leone Tommasi.
Haciendo luz en la historia.