Salvador Marcone
Benefactor
Este año, y desde casi tres, no he recibido el
consuetudinario paquetito de garrapiñadas de almendras, que amorosamente mi
padrino me alcanzaba, unos días antes de las fiestas. Doña Chola, su esposa, se
encargaba de la impecable elaboración. Conservo las últimas, sin tocar.
Ha elegido un día muy sereno para dejarnos, el de hoy, la
noche de Navidad.
Él fue quien me fue a buscar a Ezeiza cuando llegué
oficialmente a residir en este País. Desde entonces se constituyó en mi
protector con un padrinazgo de confirmación. Nunca vino a menos con su
compromiso, siempre dispuesto para ayudar, aun en lo que a veces duele: lo
económico. Así que en Argentina tuve realmente el padre que me faltaba, y más
aún, el amigo. No por eso, estábamos siempre de acuerdo en las tolerantes
conversaciones especialmente cuando de conceptos edilicios se trataba.
Era un hacedor por naturaleza. Con él se realizaron obras
que engrandecieron Mar del Plata: La Escuela Nacional de Pesca, la donación de
la residencia del obispado en las Termas Huinco por parte de él y su familia, el
desarrollo edilicio del barrio del puerto, La Casa d’Italia, el Monumento al
Pescador, el Vice Consulado Italiano en Mar del Plata, la refundación del Centro de Rehabilitación del Lisiado en la calle 25 de Mayo (Cerenil,
esta obra recientemente entregada por mí y el Vicepresidente, Alberto Materia,
oficialmente y con superávit, a la conducción propia de la institución), La
Camera de Comercio Italiana en Mar del Plata, La Dante Alighieri, Il Centro
Italiano Marplatense. Y mucho más que se me haría largo enumerar. Fue un
incansable trabajador y convencido realizador, un optimista.
El gobierno italiano lo condecoró con el
título di Cavaliere
dell'Ordine al Merito della Repubblica Italiana.
Fallido médico, pero estudioso
de la medicina. Principal actor de todas las anécdotas que se pueden imaginar,
incontables y terrenales como la preparación de su propia bóveda que yo ayudé en
su “arquitectura”: lo más importante fue la instalación de una claraboya,
perfectamente sellada a la lluvia, para que yaciente, él no perdiera el misterio
de la luz. Y la puerta, solamente con cerradura; sin candado o cadena, en fin,
una casita más…
Su más gran placer, su alegría,
era comprar: comprar para regalar y recién ahora lo entiendo. Él como nunca, está presente en todos nosotros: con una tijera, un juego de vasos, una
tenaza, un libro, un alicate, un martillo, una lapicera, un plato..., un
caramelo. Esto sí, ¡todo debía ser una pichincha!
Sencillamente, si yo tuviera que
definirlo, diría, que fu un hombre con prestigio.
Parece que me he distraído mucho
de la cocina, ¿Qué le gustaba a Salvador? De todo y en abundancia: carnes y
jamón, quesos y tortas, sándwiches y frutas secas. Y por supuesto la
inconfundible garrapiñada, cuya sencilla receta voy a transcribir.
Garrapiñadas
de almendras (por Doña Chola)
Ingredientes: 4 tazas de
almendras de buena calidad, 3 tazas de azúcar común, 1 taza de agua. Vainilla
y/o cacao amargo, opcional.
Preparación:
En una olla de cobre con fondo ovalado o cacerola antiadherente poner el agua
con el azúcar a hervir moderadamente esperando que adquiera un color blanco y
borbotones espumosos, entonces incorporar las almendras. Revolver constantemente
con una cuchara de madera hasta que el azúcar empiece a hacerse caramelo claro.
Seguir atentamente, observando cuando este se vuelve seco y arenoso y envuelve
cada almendra. Revolver por última vez, apartar enseguida y dejar enfriar.
Luego revolver otra ver para separar mejor las garrapiñadas. Si se quisiera
darle el aroma a vanilla, incorporarla minutos antes. En el caso de darle gusto
a chocolate incorporar dos cucharadas de cacao poco antes que el azúcar se haga
arenoso.
El momento en que el azúcar envuelve las
almendras (también maníes, avellanas, castañas, sojas) es de unos pocos
segundos, más allá, ya será un caramelo a cubrirlas y no serán de ninguna
manera garrapiñadas. Con mucha atención, entonces. ¿Cuál es la
diferencia? Siendo cubiertas de caramelo no las puede conservar, pues el
caramelo se humedece y deja de proteger la almendra. Las garrapiñadas que
usted nota en las imágenes de abajo tienen más de tres años. Se han
mantenidas impecables en su forma, en su aspecto y en su gusto.
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Garrapiñadas de almendras de Doña Chola
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Garrapiñadas de almendras, sequitas y crocantes
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Garrapiñadas, ¡a punto!
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Con gran conmoción e inesperadamente hoy jueves 30, he recibido la visita
de Doña Chola, alcanzándome un paquetito de garrapiñadas de almendras. ¿No
las habrá hecho a propósito?