| |
Timballo di
maccheroni del "Gattopardo"
Entre nosotros, en Argentina, nos acordamos de la famosa
obra de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, (1896-1957) “Il Gatopardo”, por una frase que nos
indica que los políticos casi siempre hacen cambios para no cambiar nada o
directamente por haber visto la película homónima de Luchino Visconti.
En la novela se narran los hechos revolucionarios de lo que
significó la entrada de Garibaldi en Sicilia, cosa que los aristócratas de
entonces no eran tan proclives en absorber. Faltaban las últimas batallas para
la unidad de Italia.
Desde generaciones y a cada años la familia de los Salina
se transferían, al acercarse el verano, al palacio di Donnafugata y para la
ocasión se festejaba con los amigos más estrictos de siempre con una opípara
mesa de manjares. Uno de estos era el timbal de maccheroni cuyo impacto el autor
relata de esta forma:
"Buone
creanze a parte, però, l'aspetto di quei monumentali pasticci era ben
degno di evocare fremiti di ammirazione.
L'oro brunito
dell'involucro, la fraganza di zucchero e di cannella che ne emanava, non era
che il preludio della sensazione di delizia che si sprigionava dall'interno
quando il coltello squarciava la crosta: ne erompeva dapprima un fumo carico di
aromi e si scorgevano poi i fegatini di pollo, le ovette dure, le sfilettature
di prosciutto, di pollo e di tartufi nella massa untuosa, caldissima dei
maccheroni corti, cui l'estratto di carne conferiva un prezioso color camoscio."
"Independientemente de la
buena educación, hay que decir que
el aspecto de aquellos babélicos pasteles bastaba para suscitar
estremecimientos de admiración. "El oro bruñido de la costra, la
fragancia de azúcar y canela que de ella emanaba, sólo eran el preludio
de la sensación de delicia que surgía del interior cuando el cuchillo
hendía la superficie: primero brotaba un vapor lleno de aromas, luego se
divisaban los higadillos de pollo, los huevecillos duros, los trocitos
de jamón, de pollo y de trufa mezclados en una masa untuosa, muy
caliente, de diminutos maccarones a los que el extracto de carne añadía
un precioso color gamuza."
"The
burnished gold of the crust and the fragrance of sugar and cinnamon that exuded,
were only a prelude to the sensation of delight released from the interior when
the knife slit the crust; first came a steaming burst of aromas, then chicken
livers, hard-boiled eggs, slices of ham, chicken and truffles in masses of hot,
glistening macaroni, to which the meat juice gave an exquisite velvety brown
hue."
La receta que les voy a dar entra en la posibilidad de
ejecutarla hoy, en cualquier casa de familia, y convertirse usted en un
anfitrión al mejor estilo castellano. Otras recetas han interpretado
culinariamente la descripción de Tomasi de Lampedusa a su buena manera. Lleva trufas, que descarto por su elevadísimo coste.
Timballo
di maccheroni del Gattopardo
Ingredientes:
-
1+1/2 litro de
tuco de carne(1).
-
Para la
pastafrola: 600 gramos de harina, 200 gramos de azúcar, 300 de
manteca, sal, canela en polvo, 6 yemas, agua fría.
-
Para la crema
pastelera:
1 litro de leche, 6 cucharadas de azúcar, 6 yemas, 4 cucharadas de harina, sal,
canela.
-
Para las
albondiguitas: 1 pechuga entera de pollo hervida, 200
gramos de jamón cocido, 2 huevos, 4 cucharadas de queso rallado, perejil picado,
sal, pimienta.
-
Relleno: 250 gramos de hongos frescos, 200 gramos de
menudencias del pollo, 300 gramos de salchicha, 200 gramos de jamón cocido, 250
gramos de arvejas frescas hervidas y blanqueadas, manteca a disposición.
-
Pasta: 1 kilo de mostacholes (penne lisce, penne rigate, maccheroncini,
rigatoni, etc., 6 huevos duros, 100 gramos de queso rallado, sal y pimienta,
nuez moscada.
-
Queso
rallado, yemas, crema.
Preparación
-
Pastafrola: amasar los ingredientes, agregando
ftía agua
si fuera necesario, para realizar una masa homogénea y dejar descansar en
heladera en un bol cubierto con película plástica.
-
Crema
pastelera:
mezclar las yemas con el azúcar y luego con la harina más una pizca de sal y
canela en polvo. Amalgamar bien y verter poco a poco la leche caliente
revolviendo para evitar grumos sobre fuego suave sin dejar hervir. Apartar,
soltar un trocito de manteca sobre su superficie y dejar enfriar. Cubrir con
película y guardar en heladera hasta su uso.
-
Albondiguitas:
procesar la carne de la pechuga de pollo hervida, agregar 2 huevos, 200
gramos de jamón cocido, 4 cucharadas de queso rallado, 1 cucharada de
perejil picado, sal y pimienta y formar bolitas de tamaño de una
avellana, si puede. Freírlas en aceite y apartarlas(2).
-
Relleno: en una cacerolita poner una nuez de manteca
y dorar las menudencias de pollo cortadas en láminas, algo de sal, la salchicha
en trocitos, los hongos y el jamón cortados en tiritas. Agregar por último las
albondiguitas fritas y las arvejas hervidas. Después de un ratito de cocción
seguir con la tercera parte del tuco, mezclar bien y cocinar algunos minutos
más.
-
Pasta:
En olla grande con abundante agua y media cucharada de sal
hervir la pasta y colarla al dente. Condimentarla con el resto del tuco, un
trozo de 50 gramos de manteca, abundante queso rallado y dejar enfriar.
-
Base del
timballo: Enmantecar con un papel manteca un molde desmontable redondo y
forrar con una capa de masa frola dejando un buen borde expuesto. Pinchar con un
tenedor y hornear con un leve dorado, dejar enfriar bien.
-
Armado: Ya
tenemos todo para aprestar el timballo(3). Rellenar el fondo de la tartera forrada
con frola(4) con la mitad los maccheroni condimentado y arriba el relleno de
hígados de pollo, hongos, etc., huevos duros cortados en rodajas, abundante
queso rallado. Recubrir con la otra mitad de pasta dándole forma de cúpula como
si fuera el fondo, al revés, del instrumento de percusión y para rematar versar
arriba la crema pastelera buscando de hacerla penetrar por los huecos de la
pasta. Forrar externamente con el resto de la masa frola pegando bien los
costados. Hacer un pequeño corte en la parte superior central para que salgan
los vapores y en todo caso no busquen otro camino. Pintar con yema batida con
crema de leche. Hornear a unos 180 ºC hasta dorar y consolidar bien el
revestimiento. Dejar descansar diez minutos, abrir el anillo de la tartera y
servir cortando desde en centro para fuera y radial, obteniendo así unas hermosas
porciones humeantes y aromáticas.
(1) En argentina por tuco de carne se
entiende una salsa de tomate saboreada con una pieza entera de carne que
puede ser aguja, paleta, palomita de paleta, cuadrada, peceto y hasta trozos
grandes de costillas de asado (riquísimos). Sintéticamente se ata la pieza
para que no se deforme mucho al cocinarse, de sella en una cacerola con lo
necesario de aceite, se agrega una cebolla picada dejándola rehogar, sal, y
un vasito de vino tinto seco. Se deja evaporar y se agregan tomates peritas
frescos cortados y sin semillas, o en lata. Se cocina a fuego lento hasta
que la carne se note tierna y la salsa justo espesa. Con la salsa
generalmente se condimentan fideos, lasañas, canelones, y la carne cortada
en rebanadas sirve para acompañas los mismos. A veces la carne es una
introducción a esos platos.
(2)Pienso que los cocineros o, en este caso los amos de casa,
harían una doble cantidad de estas deliciosas albondiguitas, pues nadie resiste
a la tentación de ‘a ver cómo están’.
(3)Timballo: en alusión a la forma del instrumento musical
empleado en las grandes orquestas.
(4)Puede no cocinar previamente la masa del fondo, pero corre
el riesgo que quede cruda y húmeda.
|
Biografía de Giuseppe Tomasi di Lampedusa Nace el 23 de diciembre de 1896 en Palermo, en la aristocrática familia de los
Príncipes de Lampedusa, Duques de Palma y Montechiaro. En abril de 1915 se
inscribe en la Facultad de Jurisprudencia de la
Universidad de Roma, pero en
noviembre del mismo año es llamado a las armas. Participa en la primera guerra
mundial, cae prisionero en noviembre de 1917 y no regresa a su país hasta doce
meses más tarde, tras huir del campo de reclusión. Retirado del ejército con el
grado de teniente, vuelve a Palermo en 1920. En el curso de la década siguiente
realiza numerosos viajes por Italia y el extranjero, solo o -más a menudo-
acompañado de su madre. Durante uno de ellos, en 1925, conoce en la embajada
italiana de Londres a la baronesa letona Licy Wolff Stomersee, psicoanalista y
muy culta, con quien se desposará siete años más tarde en una iglesia ortodoxa
de Riga. Combate también en la segunda guerra mundial y ve con dolor la casa
solariega destruida por los bombardeos. Tras numerosas vicisitudes, se traslada
con su esposa a una vivienda de la calle Butera, en Palermo. En los años 50 hace
amistad con algunos frecuentadores de la casa del barón Sgadari di Lo Monaco:
Francesco Agnello, Francesco Orlando, Antonio Pasqualino y, en especial,
Gioacchino Lanza Tomasi que hace la erudita introducción al libro. A finales del 54 comienza a escribir El Gatopardo. En junio del año siguiente
interrumpe esta novela para comenzar el relato Recuerdos de infancia, y la
reanuda en el mes de noviembre. Más tarde escribe La alegría y la ley, La sirena
y el primer capítulo de su nueva novela Los gatitos ciegos, pero en abril de
1957 se le diagnostica un carcinoma en el pulmón derecho que lo llevaría a la
muerte el 23 de julio del mismo año. El cadáver recibe sepultura el día 28, en
la tumba familiar ubicada en el cementerio de los Capuchinos. Rechazado por la
editorial Mondadori, El Gatopardo fue publicado en 1958 por Feltrinelli merced a
las diligencias de Giorgio Bassani, autor de 'Il
giardino dei Finzi Contini'. Obtuvo un enorme éxito y ganó el Premio
Strega en 1959..
Biografía del sitio Rai Internacional Online
www.italica.rai.it
Algo más sobre la
fatalidad del
Gattopardo.
He
tenido el privilegio de ver al autor del Gattopardo, sentado en el Café
Caflish del Viale della Libertá di Palermo, como en la mesa que aparece en
la foto. En mi último viaje a Italia, volví al lugar y no existía más.
Estuve en la misma villa , afuera de la ciudad, donde se giró la película
tomando no sé que sobre la terraza balaustrada en una noche de fragancias de
azahares que emanaban de la campiña de la Conca d'Oro. Pero, debo confesar
que leí El Gatopardo hace unos pocos años: parecía todo obvio entonces, a
nosotros 'i picciotti' especialmente, hablar de nuestra historia.
Pasqualino
Marchese, Mar del Plata, junio de 2005
Atrás
|