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La otrora Perla del Atlántico,  La otrora Ciudad Feliz,  La Ciudad de hoy,   La futura Ciudad

   

¿Ola gigante?   Los veintiún platitos de la picada marplatense   El Clericó   El alfajor marplatense 

ANTECEDENTES: (1575-1874)

La costa de la provincia de Buenos Aires se extiende hacia el sur formando un curva, a la altura del paralelo 38 Sur, un saliente rocoso marca el punto máximo de proyección hacia el Este.

Por allí pasaron los primeros navegantes que tras el descubrimiento de América, buscaban un paso hacia el Pacífico. Cerca de esas costas anduvieron seguramente Américo Vespucio y las naves de Magallanes, pero el primero que observó ese cabo y le puso un nombre fue Sir Francis Drake, que en su viaje de 1575 lo denominó Cape Lobos, por la abundancia de estos animales.

Juan de Garay hizo una expedición por tierra y en una carta al Rey de España, mencionó estos lugares diciendo que se trataba de una muy galana costa.

En realidad lo era, y la ensenada que forma el Cabo Corrientes, donde desaguaba el arroyo de Las Chacras, era un buen reparo a los navíos que viajaban al sur donde podían recalar en busca de agua dulce y carne de lobos marinos.

El entonces Virreinato del Río de la Plata, terminaba hacia el sur en el río Salado, más acá era territorio de indios. En 1746 los padres jesuitas Tomás Falkner y José Cardiel, intentaron reunirlos fundando una reducción en una laguna cercana, hoy llamada en su homenaje Laguna de los Padres. Pero los indios nómades no se adaptaron y un grupo de ellos al mando del cacique Cangapol, hizo que tuvieran que desistir e incendiaron la reducción en 1751.

A partir de allí hubo muy pocos pobladores blancos en la zona y la costa solo era frecuentada por marinos que recalaban en ella o cazadores de lobos.

Después de la independencia, a partir de 1816, comienzan a repartirse las tierras, aun pobladas por indios.

En 1826  fondeó frente a Cabo Corrientes el almirante Guillermo Brown, esperando otros barcos que vendrían del sur para dirigirse a la campaña del Brasil.

Poco a poco algunos pioneros fueron poblando estos lugares y en 1856, el portugués Coelho de Meirelles decide fundar un saladero. Esa sería la base de la futura población.  Meirelles quiso construir un puerto, trajo al ingeniero Bragge que hizo un estudio del lugar y propuso construirlo si el gobierno lo apoyaba. Nunca recibió respuesta.

Después de él vendrían Luro y Peralta Ramos, mientras tanto el pueblo crecía, ya tenía algunas casas y sobre la loma, Peralta Ramos construyó la capilla que lleva el nombre de Santa Cecilia en homenaje a su difunta esposa. Ese es el edificio más antiguo que aún permanece en pie.

En 1874 consigue también que el gobierno aprobara la fundación del pueblo que llevaría el nombre de Mar del Plata.

 

 

LA BIARRITZ ARGENTINA (1874/1930)

El pueblo comenzó a crecer. El ingeniero agrimensor Chapeaurouge realizó la traza de las calles, tomando como punto de partida la capilla de Santa Cecilia, y se construyeron las primeras fondas u hospedajes. Entonces alguien tuvo la idea de la villa balnearia. Se promocionaron en Buenos Aires las virtudes del lugar y se comenzaron a vender terrenos. Se logró que viniera el Gobernador de la provincia, Don Dardo Rocha que quedó encantado con el lugar y consiguió que llegara hasta él una línea de telégrafo y finalmente en 1886 el ferrocarril, que reemplazó a las incómodas diligencias que hacían el viaje desde Maipú.

La sociedad porteña, en su período de mayor esplendor económico, acostumbrada a viajar a Europa y conocedora de las playas de la 'riviera' francesa, encontró en este lugar un equivalente argentino.  Mar del Plata se puso de moda y se comenzaron a construir grandes casas. En 1888 se inauguró el Bristol Hotel, donde se alojaron las familias más encumbradas de la capital e incluso varios presidentes. En 1904, Tornquist dona el Torreón del Monje para adornar las rocas de la costa. En 1910 se construye el lujoso Club Mar del Plata y las primitivas ramblas de madera son reemplazadas en 1912 por la llamada rambla francesa que sería demolida en 1939. Finalmente, a partir de 1913 y por iniciativa del hijo de Pedro Luro, se comienza a construir el puerto.

Todo ese período de esplendor y fantasía sufriría las consecuencias del desastre económico del año '29, al que seguiría el local de 1930.

 

 

LA MAR DEL PLATA BURGUESA (1930/1945)

Los vaivenes políticos y económicos de la época, darían a la burguesía la posibilidad de acceder al lujoso balneario. Ello incidiría en un mayor crecimiento de la ciudad, que se disponía ahora a recibir varios miles de turistas por temporada. Aparecerían nuevos hoteles, más modestos y en vez de las lujosas casas de estilo normando, los pequeños chalets que a falta de otra mejor denominación fueron calificados de arquitectura pintoresca. 

En 1938 se inaugura la ruta 2. Ahora los turistas podían viajar en sus automóviles o en económicos ómnibus que competían con el ferrocarril. En ese mismo año se completa el complejo de Playa Grande y poco después se demuele la rambla Bristol para dar lugar al Casino (entonces privado) y al Hotel Provincial. 

El número de turistas sigue creciendo y con ellos la ciudad. Aparecen clubes, cines y teatros y muchos de los viejos palacios son transformados en hoteles o pensiones. Mientras tanto, comenzaba en Europa la Segunda Guerra Mundial. 

El debilitamiento de la política conservadora en Buenos Aires y en el interior del país, presagiaba otro cambio que se produciría con el golpe militar del 4 de junio de 1943 y la aparición del general Juan Perón que llegaría al gobierno dos años más tarde.

 

 

EL TURISMO SOCIAL (1945/1956)

La nueva política social y económica impuesta por Perón, se caracterizaría por la nacionalización de las empresas extranjeras. Se privatiza la Unión Telefónica, las Compañías de luz y de Gas, y en 1948 los ferrocarriles ingleses. Otra característica fue el fortalecimiento de los gremios obreros. En Mar del Plata se expropian las tierras de Zubiaurre y se crea el paseo de Laguna de los Padres y el fraccionamiento de Sierra de los Padres, la antigua zona de las reducciones jesuíticas del siglo XVIII. También se nacionaliza el juego y se expropian el casino y el Club Mar del Plata. Se inicia el turismo social. Se construye la Colonia de Chapadmalal y se expropia la lujosa confitería Normandie en Playa grande, que luego sería la sede del INIDEP y que finalmente quedaría abandonada. También se expropian los chalets y hoteles del paseo Jesús de Galíndez y los gremios adquieren los principales establecimientos hoteleros de la ciudad. Mar del Plata se adapta a los cambios y crece vertiginosamente. 

La ley de propiedad horizontal permite adquirir departamentos baratos de uno y dos ambientes que transforman el panorama céntrico y muchos antiguos chalets son demolidos en aras del progreso. El turismo alcanza cifras que superan todas las expectativas, la antigua Perla del Atlántico es ahora la Ciudad Feliz a la que pueden acceder todos. Es por fin un balneario popular. Se realiza el primer Festival Cinematográfico con gran afluencia de público y la presencia de muchos artistas mundiales, entre ellos la entonces famosísima Gina Lollobrigida.

Pero en 1956 una revolución voltea a Juan Perón y muchas cosas habrían de cambiar...

 

 

MAR DEL PLATA ACTUAL (1956 HASTA HOY)

La última mitad del XX produjo grandes cambios en la ciudad. Su crecimiento enorme y desordenado produciría muchos inconvenientes que se irían salvando con medidas esporádicas y circunstanciales. 

Al turismo masivo se le sumaron varias industrias: a la pesca que había venido creciendo desde la construcción del puerto se le sumó la construcción y nació también una fuerte industria textil que había comenzado como algo familiar y casi artesanal convirtiéndose en una importante fuente de ingresos. 

La población aumentó en forma casi explosiva llegando a superar el medio millón de habitantes hacia los años 70 y luego los sobrepasaría ampliamente. No fue empero un crecimiento vegetativo, sino aluvial.  Mucha gente de la capital y de las ciudades vecinas resolvió radicarse en Mar del Plata en busca de trabajo. De ser una ciudad turística paso a ser una ciudad con turismo. 

El turismo social fue decayendo y la crisis económica de los últimos años ocasionó nuevos cambios. El crecimiento de la ciudad hizo surgir muchas variantes de oferta turística: en lo deportivo fue sede del Mundial de Fútbol de 1978, los Juegos deportivos Panamericanos, el Mundial de clase Optimist, Regatas internacionales de vela y de Off Shore, campeonatos de tenis, de Patín carrera y muchos más. 

La aparición de nuevos hoteles de cinco estrellas hizo posible la realización de convenciones y congresos de las más variadas especies e incluso la llegada de contingentes de turismo internacional. 

Probablemente, la diversidad de actividades que pueden desarrollarse en Mar del Plata, tanto en lo deportivo, golf, tenis, pesca, vela, motonáutica, natación, volovelismo y parapente, polo, rugby, fútbol, básquet, equitación y hasta turismo de aventura, como en lo cultural, donde durante el verano se presentan variadísimos espectáculos teatrales, festivales de cine, exposiciones de arte, conciertos, etc. ofrecen una amplia gama de opciones a los ocasionales visitantes. 

En este momento la ciudad no tiene (y quizás le falta) una característica particular, la diversidad, paradójicamente, es su característica. Como en lo gastronómico, Mar del Plata es en suma, una ciudad multiforme y cosmopolita donde puede encontrarse de todo y donde todo puede llegar a pasar.  

Breve reseña histórica de la Ciudad de Mar del Plata    por Natalio Marengo

La futura ciudad

Como el conductor de un velero en proceloso mar, decide hacerse llevar por el viento huracanado y las grandes olas, hasta que la naturaleza calme  su manifiesto enojo, Mar del Plata finalmente encontrará su camino de grandeza en la sensatez del propio ciudadano que la habita. 

Estoy seguro que no se demolerán más bellas residencias para, en su lugar, construir horribles celdas verticalizadas.  Estoy seguro que administradores más preclaros, no darán el visto bueno a mercaderes de turno, para aniquilar esforzadas fuentes de trabajo que simbolizaron una ciudad pujante.  

Estoy seguro que con la inteligencia,  sentido de la estética y probidad se puede armonizar otra ciudad  para  ciertos y selectos turistas anhelantes de encontrar un mundo en paz, menos vertiginoso, lleno de aire y vientos limpios, con gente amable y hospitalaria.  

Otra hasta ahora invisible ventaja es la estabilidad climática: la zona de Mar del Plata ya tiene veranos casi mediterráneos,  floridas y agradables primaveras, otoños poco lluviosos e inviernos saludables con pocos extremos  fríos. Será una Ciudad para amar y olvidarse de morir.

 

Playa

Pasqualino Marchese, Agosto 2001

 

¿Ola gigante?

Mar del Plata nunca tuvo grandes desgracias. La vieja y estáticas placa continental en la cual yace nunca movió un pelo desde hace muchos millones de años: ni terremotos, ni maremotos, ni aluviones, ni excesivo frío, ni excesivos calores. Un lugar estable con un clima generoso. Pero el hombre necesita alguna desgracia y, si no la tiene, la crea. Un halo de tragedia es recordado confusamente e incoherentemente por muchos marplatenses, mas pocos saben con certeza lo que pasó. Aquí se lo contamos, gracias a  relatos historiográficos de dos enamorados de Mar del Plata: Barili y Marengo.

 

La ola gigante del 21 de enero de 1954

Bañistas que frecuentaban la playa Bristol, recuerdan el súbito crecimiento de las aguas, que se registró el 21 de enero de 1954, pues fueron alcanzados por una ola imponente que cubrió buena parte de la playa, castigando severamente a quienes se encontraban en el mar y a las familias que cubrían esa zona ribereña. En esa oportunidad los comentarios periodísticos y del público giraron alrededor de ese fenómeno, repetición de uno similar, pero menos violento, registrado en 1945, afectando a personas que se encontraban en la escollera Norte del puerto local.

El Departamento de Oceanografía de la Dirección General de Navegación e Hidrografía del Ministerio de Marina, dio a conocer detalles sobre el particular, después del estudio de los datos obtenidos en la faja registradora del Mareógrafo Fundamental instalado junto al muelle del Club de Pesca. Se desecha de plano la existencia de un terremoto, fenómeno que “por las características geológicas del fondo del Océano Atlántico y de las costas que lo rodean, es prácticamente imposible”. Sus características habrían sido distintas pues la onda, con mayor longitud, hubiera comenzado a romper a gran distancia de la costa.

El día 21, a partir de las 10, se originaron varias oscilaciones del nivel del mar, hasta producirse a las 11,05 la de máxima intensidad que en lapso de pocos minutos hizo ascender la altura de dicho nivel en un metro, provocando una extraordinaria corriente hacia la costa. En esos momentos la marea se encontraba a media bajante. De acuerdo con el estudio a que nos referimos, ese fenómeno se produjo por la concurrencia de tres factores:

  •       Una serie de olas de pequeña altura y rápida sucesión  coincidieron simultáneamente, dando como resultado un grupo de tres olas de gran altura y espaciadas dando como resultado un grupo de tres olas de gran altura y espaciadas aproximadamente cinco segundos entre sí.

  •       Un ascenso gradual del nivel del mar que en seis minutos aumentó su nivel en un metro.

  •       El mar muy tranquilo, lo que implica que las olas rompieran prácticamente en la orilla y descargaran la totalidad de su masa de agua sobre la playa firme.

En el informe de referencia se sostiene que las posibilidades de repetición son ínfimas. Lo que permite desechar todo temor de ser sorprendidos por algún mini-terremoto.

Trascripto del libro “La Historia de Mar del Plata” de Roberto T. Barili. Editorial Dársena. 30/9/1978.

 

Con respecto a mi experiencia personal en el Club Náutico que ya comenté, ese día y a esa hora, la marea dentro del puerto descendió casi un metro en pocos instantes. Produciendo por lo tanto, un efecto contrario al de las playas céntricas de Mar del Plata.

Natalio Marengo.  

 

Los veintiún platitos de la picada marplatense

Ésta es la respuesta a un mensaje enviándome por la señora Stella Maris Colicchia, para comunicarle mis memorias gastronómicas acerca de la nostálgica costumbre marplatense de tomar el vermú, en verano, en la soleada Costa Galana desbordante de turistas. En verdad se trata de hacer memoria, porque ahora este goce se ha extinguido y para siempre. ¿O puede la memoria hacer volver los buenos hábitos?

"... Su mensaje me ha hecho retroceder por más de treinta años... en el grandioso sótano de la Jockey Club de la calle San Martín y Santiago del Estero, en la céntrica costa desde Luro a Rivadavia, en la bajada de la primera escalinata de la Rambla, nuestra querida "pasarela". Local uno y dos, si mal no recuerdo... Pancho era nuestro mozo y amigo anfitrión. Pasarela porque ahí desfilaban, además de chicas lindas, personajes famosos de la época: actores, políticos, generales para el próximo golpe de estado. Un mundo de gente argentina, comiendo a la argentina, viviendo a la argentina.

Se empezaba en serio, muy en serio, allí, los domingos alrededor del mediodía. No importaba cuanto éramos. Sabíamos que aquella mesa larga, mirando la playa y las carpas, bajo sombrillas impenetrables a los rayos solares, podría contener todos los amigos del mundo.

Empezaban a venir los platitos... Cazuelitas de pulpo a la gallega, de mejillones pelados a la provenzal, platitos de rabas, de calamaretti fritos y a la lionesa, cornalitos fritos, pequeños trozos de merluza a la romana y escabechados. Empanaditas de atún, papita a la provenzal, platos con queso cortado, con jamón en cuadraditos, con salamín, con calabresa, con aceitunas verdes, maníes salados, papas fritas. Cazuelita de porotos pallares, de mondongo, berenjenas en escabeche, albóndigas en salsa de tomate, rectangulito de tostados, de pizzetas, pan por supuesto.

Y para beber... El clásico e infaltable "Clericôt",  resabio de la “Belle Époque”,  el gancia o cinzano con limón y soda. El fernet (Branca,¡ojo!) con cinzano y soda con desbordante espuma, gin tonic con cáscara de limón.

Y las damas... Un jerez Tío Paco (no otro), un Alexander, un delicado vino blanco o un apuesto jugo de naranjas.

Para algunos “respetables”, nunca faltaba el jamón crudo Torgelón con rebanadas de pan negro untadas con manteca y una botella de helado blanco seco con servilleta blanca colgada a su cuello y resguardada en un balde con hielo. O la humeante fuente de cascarudos mejillones a la provenzal o unas ciruelas envueltas en panceta... Do you remember?

Y después.. al menos un plato debía comerse: sorrentinos a la crema, spaghetti a la pummarola...

Y para terminar... un buen whisky o un Don Pedro. Y todos felices y contentos..., se iba armando la mesa de truco, hasta la nochecita, cuando la brisa marina volaba el último as.

Espero solamente que su hija pueda creer como vivían los argentinos y los marplatenses hace pocas décadas: sin Don Mac, sin hot dogs, sin coca cola, sin cajita feliz..."

Pasqualino Marchese, Octubre 2002

 

 

El clericó

Un simbólico refresco desaparecido de las costumbres del turista marplatense

Clericó y sangría  –  Questa o quella, per me pari sono.

Un trago que debe de volver sobre la mesa de los veranos marplatenses. En realidad cuando uno adapta a su gusto este bondadoso refresco se funden las recetas. Hay tantas recetas de clericó como “barmen” y clientes. Nuestro anfitrión, Pancho, siempre tenía preparada una enorme ensalada de frutas para tal propósito. Bastaban unos cuantos cucharones, azúcar, jugo de limón, vino, hielo y soda fría. Cantidad y calidad a gusto del cliente…

Clericó de tinto

Ingredientes: 3 duraznos, 1 manzana, 100 gramos de cerezas,  2 rodajas de ananás fresco o en lata, 100 gramos de damascos, algo de uva, kiwis, 1 naranja, 1 limón, 1 botella de vino tinto, azúcar, soda, hielo.

Preparación: Cortar las frutas con anticipación y hacerlas macerar con una cucharada de azúcar, exprimir el jugo de media naranja y la otra mitad en rodaja, así con el limón, luego  colocar todo en el fondo de una  jarra  grande de vidrio. Agregarle el vino de su preferencia y mucho hielo. Remover con el cucharón largo. Puede aligerarlo con soda, pero, si emplea buen vino, éste se arruinaría. Y si el vino no es tan bueno, no vale la pena entristecerlo más. ¿Se pregunta para qué sirve la soda? Chi lo sa… ¿Y para qué sirve esta receta, si su imaginación será la única protagonista de este refresco? Conclusión: el estímulo al menos sirve. En todo caso decorar la boca de la jarra con rodajas o cáscara de naranja, limón, etc. Sustituyendo el vino tinto con vino blanco, sidra, champagne…tendrá un clericó de vino blanco, de sidra, de champagne.

 

Sangría (Claret cup)

Ingredientes: Una botella de 750 cc. de vino tinto como el Vasquito (cariñosamente se lo llamaba y se lo continua haciendo, un vino de una afamada bodega argentina, de los económicos el mejor), 50 cc. de brandy ( un Reserva de la provincia de San Juan era el indicado), una cucharada de azúcar, 3 duraznos frescos, 2 bananas, 2 naranjas, 1 limón, nuez moscada y canela.

Preparación: En una robusta jarra de vidrio de 2 litros de capacidad, versar el vino, el brandy o coñac, la cucharada de azúcar, una ralladura de nuez moscada y una pizca abundante de canela. Cortar las naranjas y los limones en rodajas, pelar los duraznos, desechar el carozo y cortarlos en gajos; pelar las bananas y cortarlas en rodajas. Echar todas las frutas adentro de la jarra y dejar macerar a temperatura normal unas dos horas. Luego poner en heladera para enfriar bien, al menos seis horas. Ya la sangría está lista para servir, con el agregado de cubitos de hielo y un sifón de soda a parte bien helado. Acondicionar la jarra con un cucharoncito de mango largo, para remover o sacar las frutas maceradas; disponer de vaso y cucharita para cada participante del refresco.

 

El alfajor marplatense

Decir marplatense implica una segunda precisión, si nativo o de adopción. Las dos condiciones se ostentan con orgullo. Algo parecido ha sucedido con el alfajor, cordobés de origen para algunos otros orgullosos... Sin querer incurrir en polémicas estériles y fraternales, el alfajor recreado en Mar del Plata, ahora, tiene documentación propia.

En realidad en un principio y durante su auge tomó el nombre de cada una de las fábricas que lo elaboraban, con su particular gusto y calidad, hasta los años ochenta, cuando... unos establecimientos de variadas galletitas incursionaron también en su fabricación. No eran malos, ni lo son, sí porque todavía están tímidamente en las estanterías de los mercados y quioscos, pero por la propensión extranjerizante de la mayoría de los argentinos, se hizo que una floreciente industria local tuvo que cerrar sus hornos y debatirse entre la subsistencia y la quiebra. Ésta ganó. Algunos nombres hoy han resucitado, solamente los nombres o la marca, los verdaderos dueños no son más personas identificables como entonces. La calidad ha cambiado. El gusto ha cambiado.

Los visitantes de este sitio me solicitan a menudo la receta de los alfajores que en otros tiempos gustaron con un café, un chocolate, un simple té. Una señora desde Israel me ha pedido si me pudiera convertirme en maestro alfajorero para una fábrica que se cae... para poner en marcha el sueño del alfajor propio. Le agradezco mucho la oferta a la gentil dama, pero, no creo que hoy el mercado interno argentino pueda mantener de pie una fábrica solamente vendiendo nostálgicos alfajores.

De cualquier manera la receta que sigue podría ser posible para volver a deleitarse con muy poca cosa.

 

Alfajor marplatense

Ingredientes: 200 gramos de margarina, 200 gramos de azúcar, 7,5 cl. de miel, 1 huevo,  7,5 cl. de agua, 400 gramos de harina leudante o harina 0000 con polvo de hornear, 175 gramos de almidón de maíz,   1/2 cucharadita de bicarbonato de sodio, 25 gramos de cacao amargo, gotas de esencia de almendras y de naranja, dulce de leche repostero, chocolate cobertura.

Preparación: Batir la margarina a temperatura ambiente con el azúcar hasta formar una crema. Agregar la miel, el huevo y el agua siempre batiendo. Tamizar la harina mezclada con la maicena, el cacao y el bicarbonato e incorporar al batido con las esencias. Unir sin amasar demasiado y mantener a reposo en la heladera media hora. Retomar la masa y estirarla sobre una mesa enharinada hasta un espesor de 4 milímetros y cortar discos de 6/7 centímetros. Disponerlos sobre una placa para horno baja y untada con margarina. Hornear a 200º C. sin dorar, ni secar,  aproximadamente durante diez minutos. Dejar enfriar en un lugar seco. Armar los alfajores uniendo dos tapas con abundante dulce de leche para repostería y sumergir en chocolate para cobertura fundido a baño de María. Dejar solidificar sobre rejilla con bandeja abajo para recuperar el chocolate que pueda escurrirse. Las tapitas pueden guardarse en lata hermética para armar los alfajores unas horas antes de consumirlos.

El alfajor no debe parecerse a una galletitas rellena con dulce de leche. Es todo un conjunto que se muerde con los diente delanteros, suave, uniforme, dulce, armonioso, que hace suspirar y volar y volar...

Pasqualino Marchese, septiembre de 2004

 

Las cinco ramblas de la costa central.

La primera

La playa de la bahía central de la costa de Mar del Plata, entre el muelle de Punta Iglesias y el comienzo de la escollera de Punta Piedra o del lugar donde está ubicado el Torreón del Monje, a lo largo de su vida balnearia, se emplazaron cinco distintas estructura para la comodidades del turista que venía a descubrir el mar, principalmente desde Buenos Aires. La primera 'rambla' la tenemos que imaginar cómo un grupo de casillas de madera levantadas del suelo mediante postes hincados en la arena. Se podría ubicar el lugar en un espacio entre la calle San Martín y Rivadavia. Surgió allí por el 1888 y la destruyó un mal tiempo en el año 1890. Los constructores eran pescadores de distinta proveniencia europea que se iban convirtiendo en bañeros, algunos con nombre propio.

 

 

 

 

 

La playa de centro en los primeros años de siglo xx.
En el centro de la imagen, el Bristol Hotel construido en 1888, bajo una Sociedad Anónima presidida por José Luro. Se conocía como la Casa Vieja. De estilo anglonormando estaba construido en madera. Frente a él se levantó el Comedor.

Con el tiempo el núcleo original se fue expandiendo y conformaron la “manzana de los dormitorios” o “manzana de los chalets”. En las primeras décadas el Bristol se unía con la playa por medio de un puente (¿un Brycgstow?) El puente era un pasaje elevado de considerable altura y 70 metros de largo. Se salvaba así la barranca que delimitaba la “playa Bristol” y probablemente algún lodazal. Un proyecto de urbanización que comienza en 1896 y culmina en 1903 con los primeros trazos del Paseo Gral. Paz, termina con el puente: “Desaparece por completo el puente que comunica la Rambla con el Bristol Hotel, que aparte de su ridícula estructura es, por las construcciones hechas a su costado un foco de infección que amenaza la salud pública (…) Las construcciones de madera inferiores aún a las que se levantan en la boca del riachuelo , desaparecen totalmente reemplazándolas en el plano que presentamos por jardines y cómodos caminos para peatones y carruajes, que unirán el Boulevard marítimo con la Rambla”


En la imagen:
A la derecha del Bristol, el Grand Hotel (1881- Pedro Luro)
A la derecha, la loma, “un cerrillo redondo” que antiguamente se llamó “de la Chacra”. Sobre ella, la Capilla de Santa Cecilia (1873, Peralta Ramos), faro para los navegantes; a ella se debe el topónimo "Punta Iglesia" (punta de la iglesia), vista desde el mar.

Es monumento histórico nacional por ser la referencia del trazado de la ciudad por el agrimensor Chapeaurouge.
Atrás del Bristol, la Iglesia San Pedro (1895?, en la segunda imagen se la ve en construcción sin la parte del campanario) de estilo neogótico. Fue gestada en las reuniones sociales del Bristol Hotel por una comisión de damas lideradas por las hijas de Pedro Luro.
Hoy es la Catedral de los Santos Pedro y Cecilia.
Barrio de la Playa Bristol. A la izquierda del Hotel Bristol y delante de la Iglesia San Pedro, se observan algunos edificios jerarquizados que formaban su entorno. Entre 1888 y 1907, el arquitecto Cova registra aproximadamente una treintena de chalets, realizados por constructores italianos (Gandolfi, Fontana, Cremonte, Lazzari, Pilade Lemmi) para la alta burguesía que veraneaba en Mar del Plata.
Arriba a la derecha, muelle o dique de piedra. En la orilla barcazas de pescadores.
Abajo a la izquierda "La Playa Pescadores" con sus casillas - habitación. Fueron expulsados de la playa en 1908.
La playa presenta una imagen típica del asentamiento temporario: arquitectura de madera, casillas de baños que diseminadas por la arena avanzan hacia el mar. Partían de un conjunto lineal más organizado que era la rambla Pellegrino hecha en madera.
 

 

La Rambla Pellegrini

Sin perdida de tiempo vino la reconstrucción; toda una sorpresa para los veraneantes de la temporada 1890-91 que se quedaron maravillados por la nueva rambla, llamado en honor al entonces presidente de la Nación con el nombre de Pellegrini. La nueva Rambla fue levantada con planos del ingeniero Julio Figueroa. Tenía un largo de 250 metros. En la parte más alejada del mar se alineaban las casillas para las necesidades de los bañistas concebidas por entendidos como John Wright. En la parte delantera frente al mar, se extendía un paseo con sofisticados locales comerciales como restaurantes y confiterías, casas de joyerías, de fotografía para el imborrable recuerdo, casas que grababan y vendían medallas, kinetoscopios, y tarjetas postales. Un puente rudimentario de madera la unía con la tierra firme, la calle Buenos Aires de ahora. Un incendio destruyó la Rambla Pellegrini en el 1905.

 

 

 

 

 

La Rambla Lasalle

En el mismo año, 1906, se inauguró otra más cómoda por iniciativa de José Lasalle tomando el nombre del mismo como Rambla Lasalle.

 

 

Rambla Lasalle marzo 1909

 

 

La Rambla Bristol

Se tardó hasta el 1913 para ver una nueva rambla. Se llamó Rambla Bristol. El impulsor fue siempre José Lasalle, entonces concesionario de la existente ruleta. El proyecto perteneció al arquitecto francés Luis Jamin; su firma se puede leer en la plaquitas de los faroles que adornaban la rambla y que ahora están emplazados, algunos, en la plaza Peralta Ramos, frente a la clínica Colón, y otros en la Plaza Mitre. La firma constructora fu Picqueres, Castello y el mismo Jamin, con la dirección de Carlos Agote.

La Rambla Bristol tenía un largo de unos 400 metros con un bloque grande central que se separaba de dos laterales menores con dos grandes escalinatas de 40 metros de ancho evidenciando los niveles entre ambos. El paseo terraza que daba al mar se componía de una larga galería construida con columnas con un primer piso sobre ellas. Recordaba la Rue Rivoli de Paris.

 

 

La Rambla Nueva

En el 1938 fue aprobado el proyecto del arquitecto Alejandro Bustillo para la construcción del hotel, el casino y la urbanización que comprendía comodidades para balneario, playa de estacionamiento, rambla frente al mar. La primera parte, la del casino se inauguró el 27 de diciembre de 1941.

La Rambla Bristol coexistió con la Nueva, empezando su demolición en febrero de 1940.

 

 

 

 

 

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Última modificación: 05 de mayo de 2024